La búsqueda del verdadero bienestar, en nuestros días, atrae cada vez más personas a las terapias alternativas. Y éstas, a su vez, engrosan sus filas proponiendo siempre nuevos métodos.
Entre estos nuevos métodos se encuentra un curioso tipo de masaje que es el que hoy nos ocupa: el masaje sonoro, también llamado terapia de las vibraciones o terapia armónica.
Las raíces de este método se encuentran en los antiguos pueblos de Oriente y en los chamanes de América. Pero, contrariamente a los prejuicios que podemos tener, no se trata sólo de viejas supersticiones, sino que –afirman los expertos– recientes estudios confirman que las vibraciones sonoras no se limitan a un efecto relajante, sino que realmente son capaces de combatir males psicofísicos.
Un masaje basado en la resonancia. Según los terapeutas del sonido, cuando estamos cansados, molestos o enfermos es una señal de que el cuerpo, las emociones y la mente no están en armonía entre ellos. Esta desarmonía es la verdadera causa del malestar, explican los expertos. Escuchar o producir incluso sólo una nota, con la intención de reencontrarnos con nuestra propia afinación interna, hará que, con la práctica, la frecuencia apropiada se pueda gradualmente reestablecer. ¿Cómo? Gracias al principio de la resonancia.
Según este principio, efectivamente, el sonido que se propaga desde el exterior hacia el interior pone en vibración aquello que le resulta afín. Del mismo modo, si se percute un diapasón, éste oscila a una cierta frecuencia, y si, luego se lo pone junto a un diapasón silencioso, luego de un breve lapso de tiempo se logra hacerlo vibrar a la misma frecuencia. Esto mismo se puede lograr con los tejidos biológicos: el sonido entra en contacto con el cuerpo, se amplifica por la entera estructura ósea y se difunde luego a todo el organismo “afinando” cada célula, una por una.
La evidencia científica. La eficacia del masaje sonoro encuentra un fundamento científico en los estudios llevados a cabo por Fabien Maman, investigador, practicante de la acupuntura y músico francés, junto a Helen Grimal, bióloga del National Center for Scientific Research de París.
Los dos estudiosos han podido documentar la reacción de las células humanas al sonido armónico. En práctica, es como si cada pequeña partícula del organismo “sonara” una música propia, componiendo, entre todas, una armonía original. Cuando esta armonía resulta interrumpida debido a causas como estrés, traumas o contaminación ambiental, se manifiesta una desarmonía y, por lo tanto, una enfermedad.
Por eso, para hacer volver al cuerpo a su armonía original basta hacerlo sonar en diferentes frecuencias, tal como hacen los músicos de una orquesta con sus instrumentos musicales. Esto se logra con sonidos puros, como los de los elementos abajo descriptos, que logran reequilibrar los “chakras”, o sea, los puntos de energía vital del cuerpo
BEATRIZ RODRÍGUEZ OREA
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