Los delfines, seres mágicos por excelencia. Son juguetones, amistosos y
muy inteligentes. Puede que sean de los pocos animales que me gustan del océano,
más bien de los pocos que no me dan miedo. Siempre nadan al lado de los barcos,
acompañan a los pescadores y marineros alegrándoles sus largos viajes,
aportándoles magia y energía, en definitiva dándoles seguridad.
La verdad es que son maravillosos amigos de los niños y de
todas aquellas personas sensibles y con gran corazón. ¿Serán los Ángeles
marinos que Dios ha puesto en nuestros mares? Mucha gente se hace esta
pregunta.
Pero lo que realmente ha llamado la atención de muchos
investigadores son los dos tipos de sonidos que generan estos animales: uno que
emplean para detectar alimentos u objetos, lo cual lleva a muchos terapeutas a
asegurar que los delfines pueden ser capaces de detectar tumores en el ser
humano gracias a su potente sistema auditivo. Este ecolocalizador es inaudible
para el ser humano. Hay otro sonido, que es el que podemos escuchar en los
espectáculos que vemos en los acuarios.
A partir de todo esto surge la delfinoterapia, una técnica
que se realiza a través de baños de contacto, mediante ejercicios, juegos y
caricias entre el delfín (normalmente de la especie nariz de botella) y el
paciente.
Con la delfinoterapia se intenta mejorar la calidad de vida
de niños con autismo o parálisis cerebral ya que se ha comprobado que si nadan con
delfines presentan muy buena mejoría de la coordinación motora, problemas
nerviosos, tienen más tolerancia al contacto físico, ayuda a prestar atención y
en el lenguaje.
Se ha comprobado que las ondas ultrasónicas que emiten los delfines generan endorfinas que mejoran la conexión entre neuronas y además incentivan el funcionamiento de los hemisferios del cerebro.
Se ha comprobado que las ondas ultrasónicas que emiten los delfines generan endorfinas que mejoran la conexión entre neuronas y además incentivan el funcionamiento de los hemisferios del cerebro.
Los beneficios se perciben en el sistema inmunológico que lo
fortalece y reduce el dolor, por ello se utiliza en personas con enfermedades
crónicas y terminales como el cáncer. Es efectivo como tratamiento
complementario de niños con hiperactividad y epilepsia. Además, ofrece
resultados muy positivos en niños con síndrome de Down ya que aprenden de 2 a 10 veces más rápido que
aquellos que no llevan la terapia.
Aquí os dejo este vídeo de Fernando, un niño con parálisis cerebral y compañía.
En los casos en que no se pueda costear la terapia, que no
cunda el pánico. Existen otras alternativas como el "Ciberdelfin",
que es la delfinoterapia virtual.
Así el paciente se acuesta sobre un colchón de agua y
comienza a escuchar sonidos de delfines por unos altavoces, mientras a través
de sus gafas de realidad virtual se ve rodeado de delfines. Incluso los
pacientes que se han sometido a este tratamiento virtual aseguran acabar
cansados como si realmente hubiesen estado nadando con los delfines.
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